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sábado, 25 de septiembre de 2010

SHANGHÁI ESPERA

Todavía estamos a tiempo para visitar la EXPO 2010 de Shanghái, apenas queda un mes,  su clausura será el 31 de octubre. Quienes nunca hayáis viajado hasta la más moderna y cosmopolita de las ciudades chinas, aún tenéis la oportunidad de realizar una escapada sin desperdicio. Ahora podemos aprovechar mejores tarifas en los pasajes aéreos que acaban de dejar atrás sus precios desorbitados de la temporada veraniega.
Tengo el placer de reproducir el reportaje que el periodista Pablo Dalmases nos dedicó a los tres autores de Rumbo a Shanghái, aprovechando que los dos que viven en China visitaron Barcelona este verano. El reportaje apareció en la revista Travelport (número de Agosto/septiembre).


Dos españoles y una china
nos descubren Shangái
 
 
Shangai es una ciudad mestiza en la que se mezcla oriente y occidente, tradición y modernidad, el ruido y el silencio. Durante el día tiene un ritmo trepidante, puesto que cuenta con intensa actividad empresarial y comercial, pero por la noche cambia de signo ya que a la gente le gusta disfrutar de la vida. Dos españoles y una china nos descubren Shangái.

Los lectores de TRAVELPORT tienen noticia puntual de las guías de viaje de la editorial barcelonesa Laertes que se agrupan bajo el común denominador de "Rumbo a…" Incluyen, desde luego, países, pero también islas y entidades territoriales de menor tamaño, como por ejemplo ciudades. Claro que si hablamos de la ciudad china de Shangái no sabemos si resulta adecuado considerarla de "menor tamaño", habida cuenta que tanto su territorio como, sobre todo, su población, son harto mayores que los de muchos estados que tienen asiento en la asamblea general de la ONU. Shangái ha sido siempre la puerta de entrada a China, el gran escaparate del "imperio del medio" y en la actualidad constituye la urbe más dinámica y emprendedora de este gran gigante asiático. Resulta de todo punto pertinente que el cada vez mayor número de viajeros españoles que van a dicha ciudad dispongan de una guía fiable para moverse adecuadamente por ella. Con tal fin se pusieron manos a la obra tres amigos y a la vez expertos en la materia: Josep Giró, que lleva más de quince años viviendo en China, Toni Vives, que ha viajado por todo el país y finalmente Yan Haiquing, que aporta el sello local, puesto que esta intrépida mujer es shaiganesa de nacimiento. Nos encontramos con los tres autores en el acogedor ambiente del Colegio de Periodistas de Barcelona.

No es fácil reunirlos precisamente en España y de hecho Giró y Haiquing acaban de llegar de China, por lo que la oportunidad es excelente para comentar su guía "Rumbo a Shangai" que acaba de publicar Laertes. Rompe el fuego Giró que, como decimos, lleva década y media viviendo en China, después de haber estado en África y América. "He tenido casa en Pekín, Kunming, Shenzen, Hong Kong y Shangái, pero no me gusta la vida de las ciudades; donde me he sentido mejor ha sido siempre en el interior del país, en la China rural, la de los valles y montañas". Añade que para vivir en ese país hay que tomar las mismas previsiones que adoptó Ulises para no dejarse seducir por las sirenas y subraya que resulta especialmente peligroso dejarse llevar por lo que nos cuentan los corresponsales de prensa, que llegan, permanecen a veces sólo unos meses, cuando no semanas o días y se permiten pontificar sobre un país que es trimilenario y muy complejo.

Vives conoció China de casualidad. "Me había quedado en paro y los editores me animaron a ir allí para escribirles una guía. Lo acepté como un verdadero reto. Cuando llegué, prácticamente nadie hablaba inglés, la mayor parte de las carreteras eran poco más que trochas y sólo había un centenar de zonas abiertas a la visita de los extranjeros". También se manifiesta un enamorado de la China rural porque "éste es un país en el que hay 40 parques nacionales; he visitado buen número de ellos y he compartido la vida de sus guardas". Desde entonces ha conocido todas sus provincias, ha ascendido a la cumbre de Shishapangma de 8.012 metros, he bajado esquiando el Muztagata de 7.562 metros y con su bicicleta fue de Pakistán a China y atravesó el Tibet. Vidas ciertamente dispares las de Giró y Vives, quienes concidieron en la Escuela Oficial de Idiomas, cuando decidieron estudiar chino. "Nos conocimos en sus aulas". La vida de Yan Haiqing no es menos aventurera. Emigró como trabajadora textil a México, donde estuvo trabajando cuatro años en una fábrica de pantalones tejanos y luego vino a España para estudiar en Salamanca. De regresó a China conoció a Josep, que ya había creado su consultoría turística y se puso a trabajar en ella. "Josep es mi jefe", afirma, aunque Giró le corrige "ahora es ella la dueña de la empresa…!".

Todos coinciden en su dictamen: China ha cambiado copérnicanamente en los diez últimos años, el país se ha abierto al exterior -menos el Tíbet, claro-Vives lo explica gráficamente: "es como si hubieses roto un libro viejo y lo empezases a escribir de nuevo. Y lo más notable de todo es que las cosas siguen evolucionando a un ritmo acelerado. Es muy posible que en el momento en que aparece nuestra guía haya algunas cosas que hayan quedado obsoletas".

Terminamos hablando, como cabe suponer, de Shangái. Para Giró "es una ciudad mestiza en la que se mezcla oriente y occidente, tradición y modernidad, el ruido y el silencio. Durante el día tiene un ritmo trepidante, puesto que cuenta con intensa actividad empresarial y comercial, pero por la noche cambia de signo ya que a la gente le gusta disfrutar de la vida. En resumidas cuentas, es una ciudad muy cosmopolita". La compara con la capital diciendo que "si Pekín representa la burocracia, Shangái personifica la energía".

Vives añade que incluso la gente es diferente. "Yo tengo amigos en las dos ciudades y creo que se parecen muy poco entre sí. A los de Shangai les encuentro más próximos a mí. Yo soy barcelonés y siempre he pensado que el Bund de Shangái se parece al Moll de la Fusta de la ciudad condal, eso sí, con mucha más gente. Cuando vuelvo a Barcelona siempre noto la misma sensación: ¡me parece una ciudad vacía!". También hablamos del idioma, que constituye una gran barrera para el extranjero que viaja a China. El inglés sigue siendo bastante desconocido, salvo en los ambientes empresariales y aunque se ha tratado de conseguir un chino más inteligible, que usa caracteres latinos, el "pinyin", lo cierto es que éste sólo se usa en Shangái, pero no en el resto del país.

En definitiva, un mundo apasionante que Giró, Vives y Haiqing conocen bien y que explican con sabiduría a los no iniciados en la guía "Rumbo a Shangái" de Laertes".

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