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viernes, 19 de noviembre de 2010

GUIA DE SHANGHAI – LA CIUDAD DE LOS RASCACIELOS

Aquella vieja Shanghai formada por barrios apiñados, con casitas de planta baja y piso, ha pasado a la historia. Por suerte aún se conservan unos pocos rincones con el sabor de antaño, pero ahora quien reina son los rascacielos. Han bastado veinte años para que emergieran como setas los grandes edificios; hoy son más de 160 los rascacielos que superan los 100 metros de altura, con dos de ellos por encima de los 400 m.


                                                           Skyline de Shanghai

La Torre Jinmao (Jinmao dasha  金茂大厦) fue inaugurada en el año 1999. Diseñada por la empresa de Chicago Skidmore, Owings & Merrill, tiene 420,5 metros de altura. El edificio venía a reflejar la pujanza de la ciudad y a la vez mostraba con hechos que la rivalidad con Hong Kong quedaba plasmada y se superaba la altura de 374 m del entonces más alto edificio de China, el Central Plaza de la excolonia británica. La estructura del edificio se basa en el número ocho, el número que significa la suerte según las creencias chinas. Aparte de estar ubicado en el número 88 de la avenida Century, el total de plantas es de 88 (más los niveles 89 a 93 dedicados a antenas y no accesibles al público), la base de la torre es octogonal y se apoya en ocho columnas de acero. Todas las puertas de acceso al edificio de la planta baja están perfectamente alineadas con las cuatro direcciones cardinales. Un total de 61 ascensores permiten acceder con toda rapidez a las partes altas; de la planta baja hasta el piso 88 se tardan sólo 45 segundos. Las plantas inferiores están enlazadas por 19 escaleras mecánicas. La torre ha estado diseñada para poder soportar los tifones más destructivos y terremotos de grado 7 en la escala Richter. Un ejemplo de la tecnología empleada es la piscina del piso 57 que actuaría como reductora de la fuerza lateral de vientos o terremotos. El hotel Gran Hyatt ocupa las plantas de la 53 a la 87. Si la vista es buena desde la planta 53, donde se encuentra el Piano bar, mejor y mucho más espectacular es subir hasta la planta 56, donde se ubican varios restaurantes. Desde este piso se tiene la visión de un inmenso cubilete interior rodeado por los corredores circulares del hotel (consumición obligada). Pero para tener una de las mejores perspectivas sobre Shanghai, la planta 88 es un observatorio de excepción.





El Shanghai World Financial Center 上海国际金融中心. Es conocido popularmente por sus siglas SWFC y sobretodo como “el abridor”.  Con sus 492 metros y 101 pisos se ha convertido en el edificio más alto de China,. En Asia sólo es superado por la torre Taipei 101, en Taiwán (509 m) y el Burj Dubai, en Dubai, con 818 m, la estructura más alta jamás creada por el hombre, acabada en el año 2009. El SWFC fue construido entre los años 1997 y 2008. El proyecto es del estudio de arquitectura norteamericano Kohn, Pedersen y Fox. En el diseño inicial la parte superior del edificio tenía que existir un gran agujero circular, el cual tenía funciones estructurales, en especial para reducir el impacto de vientos huracanados. La imagen del círculo fue rechazada por los poderes de la ciudad, pues a distancia la vista recordaba demasiado al sol naciente japonés (el hecho que hizo sospechar de la simbología japonesa fue que uno de los principales inversores de la obra era un grupo japonés). Al final se optó por la solución de inscribir una gran abertura trapezoidal. La esbelta silueta del edificio con su ranura superior se parece bastante a un abridor de botellas, de ahí el mote popular que le han puesto los shanghaineses. 31 ascensores y 33 escaleras mecánicas recorren su interior. El inmenso rascacielos está destinado a oficinas, aunque también contiene un centro comercial y el hotel Park Hyatt (pisos 79 al 93) que ha pasado a ser el hotel más alto del mundo, reemplazando en el “ranking” al Gran Hyatt que hay en la vecina torre Jinmao. Tres observatorios permiten descubrir la ciudad desde el punto de vista más elevado posible. El situado a más altura está en el piso 100 a 474 m. El suelo de este mirador es transparente y da directamente a la abertura de la parte alta. En días de fuerte viento la zona donde se encuentra el último mirador el movimiento de la torre puede llegar hasta los 70 centímetros.
                                                     

viernes, 12 de noviembre de 2010

A PEDALES POR EL PAÍS SENUFO Y EL PAÍS LOBI (y II)

Segunda entrega del artículo que publiqué el año 1998 en la revista digital Ulises, poco antes de cerrar sus apariciones en Internet.



            Los Senufo son un pueblo animista que sigue viviendo como hace siglos, emparados por su cultura tradicional y protegidos por sus espíritus-dioses. Observamos  los bosques sagrados (prohibida la entrada al sexo femenino). Alguna chica de nuestro grupo intenta en vano hacerles entender lo que es la emancipación femenina. Los poblados, constituidos por cases circulares de barro y techo de paja, son muy estéticos. Destacan los altares fetichistas y la cabaña del brujo. El lugar donde se guardan las mascaras no es visitable y ni tan sólo nos permiten fotografiar las pequeñas construcciones donde descansan, entre ceremonia y ceremonia, estas mascaras de madera, auténticas joyas, buscadas con afán por coleccionistas.
            Dedicamos una jornada para recorrer el entorno de Korhogo, lo cual nos permite conocer a los tejedores de Waraniane, la piedra de los sacrificios, la mezquita de Kassoumbarga y los herreros de Koni. El día después, una cómoda etapa, con pocas cosas a destacar nos conduce a Ferkessedougou, sólo son 50 km.
            Descansamos en un acogedor hotelito, y tomamos fuerzas para afrontar la larga etapa que nos espera. Por buenas pistas y a través del País Senufo, alcanzaremos el Komoe Safari Lodge. Los 128 km resultan entretenidos. Cada 10 km bebemos más de un litre de agua por persona. Y es que hoy el calor es intolerable.
            De nuevo nos esperan muchos kilómetros. Para llegar a Varalé, hemos de rodear el Parque Nacional Komoé. Los 131 km de la etapa los recorremos con una media de velocidad muy alta. Será porque hoy hay momentos en que llueve, o más bien es porque tenemos miedo de encontrarnos con un león. Algunos monos cruzan la pista y una larga serpiente huye asustada a nuestro paso, aunque seguro que somos nosotros los que nos hemos llevado un susto mayor que no el réptil. La noche de hoy la pasamos en tiendas de campaña.
            Poco después de salir de Varalé observamos que el tipo de poblado va cambiando. Estamos en la zona de transición entre los senufo y los lobi. En Kampti cruzamos la frontera de Burkina Faso, después de complicados trámites burocráticos y una que otra propina a los aduaneros. Ya cae la noche cuando alcanzamos el hotel de Gaoua, otro lugar donde la comida es excelente (para estar donde estamos- no viene en la guia Michelin-). Hoy han sido 104 km.
            Burkina Faso nos muestra otra de las reliquias culturales que todavía pueden encontrarse en África. Son los lobi. Este es uno de los últimos pueblos cazadores y guerreros, fieros guardianes de las montañas sagradas Poni, donde se dice que el oro había manado como agua. También son animistas.
Algunos lobi nos muestran sus curiosas casas, llamadas “sukalas”. Están construidas enteramente de barro, de formas rectangulares y con una sola entrada. En su interior, muy oscuro, existe una habitación per cada una de las mujeres del grupo familiar. Los animales, cabras y gallinas viven en las salas comunes. En el tejado se guardan los fetiches. Nos llama mucho la atención un grupo de artefactos que tienen la función hacer de “antena” entre los grupos de fetiches de cada uno de los poblados lobi, una especie de Internet animista.


            Varias etapas circulares con salida y llegada a Gaoua nos permiten un fácil acceso a los poblados de Birifor, Malva, Nako. Con un mica poco más de esfuerzo nos acercamos hasta la orilla del gran rio Volta. En Gaoua existe un pequeño museo donde podemos aprender el sentido de la vida en África.
            Nos sabe mal abandonar las comodidades y el buen comer de Gaoua. Después de un par de horas de darle a los pedales y alcanzamos las ruinas de Gan en Loropeni. Unas antiguas murallas demarcan el lugar de una especie de castillo, dicen que fue utilizado en las épocas del tráfico de esclavos. Cerca de allí está el poblado de Obire. Es la corte del rey Gan. Solicitamos audiencia y nos la conceden. Nos reciben el monarca y su última esposa, enfrente la cabaña que hace las funciones de palacio. Es un rey asequible y simpático. Nos cuenta que sus súbditos son unos 5.000. Con cierto orgullo nos muestra el coche oficial, un Citröen 2 Cv del año de la catapum, que en nuestro país no pasaría las revisiones obligatorias. Dejamos la nobleza ya que la ruta hasta Banfora todavía es larga y desde Obire a la pista principal está en bastante mal estado. En total han sido 50 km. Desde Banfora, una buena carretera, con muchos controles policiales, nos conduce a Bobo Dioulaso. Para acabar el viaje nos falta otra etapa de enlace, ahora en el vehículo de apoyo, hasta Ouagadougou, capital de Burkina.
            En total han sido diecisiete intensos días en África. Mucho calor y vivencias de todo tipo. Quienes no conocían África, ahora la llevan en su corazón y más de uno ya se está preguntando: -¿Cómo serán las pistas de Mali? ¿hará tanta calor? ... -





martes, 9 de noviembre de 2010

A PEDALES POR EL PAÍS SENUFO Y EL PAÍS LOBI

Desde las páginas de este blog quiero rendir homenaje a aquellos pioneros que se atrevieron a escribir sobre viajes en la red. Cuando Internet, en nuestro país, aún estaba en pañales y mucha gente no disponía de una conexión (y si la tenía iba a paso de tortuga coja), hubo algunos intentos de crear webs dedicadas al relato viajero. Una de esas gloriosas páginas fue Ulises, creada y mantenida por el periodista Jaume Codina. La aventura duró poco, de 1996 a 1998, pero ese corto tiempo fue suficiente para ofrecer al público un buen número de escritos, algunos de firmas de prestigio. Tuve el privilegio de poder publicar varios artículos en Ulises, y ahora os presento el último de todos ellos -tal vez fuera de época en algún aspecto-, pero es lo que se escribía entonces. Para no hacerme demasiado pesado lo colgaré en dos capítulos.



Descubrir una pequeña parte de África Occidental a lomos de una bicicleta de montaña es una experiencia única. La aventura la empezamos al abrigo del Golfo de Guinea, en Costa de Marfil. La ecléctica ciudad de Abiyán, donde se mezclan rascacielos y los barrios de chabolas "bidon-villes", es nuestra puerta de entrada.
El primer contacto con suelo africano es sobre asfalto. Un corto recorrido desde el hotel nos lleva al puerto, donde contemplamos los resultados de la expoliación. Miles de cadáveres de inmensos árboles esperan destinos lejanos. Las maderas preciosas lucirán en ricas mansiones de Norteamérica, Europa y Japón, y al mismo tiempo los bosques tropicales irán desapareciendo.
En las afueras de Abidjan observamos un espectáculo único: los lavaderos. En aguas poco profundas de un río, se amontonan hombres, mujeres y niños. Cada uno dispone de una piedra donde lava una tras otra las piezas que va sacando de un saco. Después, en la orilla y sobre la hierba alinean la ropa para secarla. Es como un "patchwork" enorme y multicolor. Sentimos curiosidad de cómo lo hacen para devolver cada pieza a su propietario, pues no utilizan ninguna señal para distinguirlas.
La primera etapa de verdad nos lleva hasta Grand Bassam. Son 40 km de buena carretera entre Abidjan y la que fue en su tiempo capital colonial. Todo el recorrido es paralelo al océano y bajo la sombra de miles de cocoteros. Ahora, Gran Bassam es una ciudad fantasma, pero aún conserva algunos de los nobles edificios gubernamentales. Los franceses la abandonaron tras sufrir varias epidemias mortíferas. Un hotelito de playa, incluso con piscina, será uno de nuestros últimos lujos del viaje. Además, aquí se come un excelente marisco. Bien alimentados y descansados iniciamos una etapa de enlace que por exigencias de guión nos obliga a subir las bicis en el vehículo de apoyo, así evitamos un largo tramo de carretera hasta Yamoussoukro.
Yamoussoukro, la nueva capital administrativa, construida en plena selva es considerada la Brasilia de África. De esta ciudad, tipo de espejismo y excentricidad, nos sorprende un edificio singular. Se trata de una réplica exacta de la basílica del Vaticano. Las únicas diferencias respecto a la sede Pontificia son que en el edificio africano las medidas siempre son más grandes y los materiales de construcción más lujosos. Así, por ejemplo, los suelos están cubiertos por de mármol de Carrara, los asientos son de maderas nobles, y hay que ver los detalles que ofrece la iglesia a sus feligreses: en frente de cada banco hay una salida de aire acondicionado. Dejamos tanto desenfreno sin medida y tomamos, ya sobre nuestras bicis, una de las grandes avenidas que se pierden en la selva ...
A la salida de Tortiya, poblado situado a orillas del río Bou, encontramos un puente hundido. Hay que cruzar un arroyo, es nuestra primera remojada. Después los patinazos se suceden, pues todo está embalsado y la arcilla que pisamos con las ruedas es muy resbaladiza.
El "campement" de Savadougou es un simple cubierto, con unos somieres protegidos por mosquitera. El espartano del alojamiento queda compensado por su cocina. Se come de película.
La siguiente etapa es la primera de las "antropológicas". Visitamos las minas y los campamentos mineros del río Bou. Hay cientos de buscadores de diamantes, son inmigrantes ilegales y el trabajo en teoría "clandestino". Unos hacen agujeros por todas partes, otros lavan con la tierra recién removida. Antiguamente aquí hubo una gran industria diamantífera, ahora desmantelada.
El día siguiente, aunque en la misma región, lo aprovechamos para realizar un recorrido "trialero" por la selva, con vuelta en canoa a nuestro campamento. El susto de la jornada es la presencia de hipopótamos en el curso del río, los cuales pueden poner en peligro nuestras frágiles embarcaciones.
120 km de buena pista son los que nos separan de Korhogo, el centro más importante de los Senufo. Durante el recorrido cruzamos interesantes parajes: Natiiemboro, con el bosque sagrado de Siolokaha, el lac Solomougou área de fetiches de Kakologo.