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miércoles, 23 de marzo de 2011

GUIA DEL ECUADOR, SU PATRIOMONIO MUNDIAL (I): QUITO

Por primera vez desde el inicio de éste blog voy a trasladar el relato a América, en concreto os hablaré del Ecuador. Se trata de uno de los países más pequeños de Sudamérica, situado entre el océano Pacífico y la cuenca amazónica, cruzado a lo largo por la cordillera andina y a lo ancho por la línea ecuatorial. A pesar de su superficie, apenas 250.000 km², en su territorio se esconden algunos de los rincones más bellos e interesantes de nuestro planeta. Unesco, ha inscrito cuatro lugares ecuatorianos en la lista del patrimonio mundial. Empiezo por el Centro Histórico de Quito.

La «Muy Noble y Muy Leal Ciudad de San Francisco de Quito» fue fundada oficialmente el día 6 de diciembre de 1534, al menos por lo que hace referencia a los invasores españoles; en realidad desde 2.000 años atrás el hombre había ocupado aquel valle. El centro histórico se alza sobre las ruinas de una antigua ciudad inca.
Enmarcada por un paisaje único de altas montañas y volcanes nevados, Quito, situada a 2.818 metros de altitud se nos muestra como una urbe ciertamente especial; la parte colonial conforma un conjunto único, el mejor conservado  de América Latina, con sus iglesias, monumentales conventos y blancas mansiones. La Unesco declaró a esta zona de ciudad «Patrimonio Cultural de la Humanidad» en 1978.
Auténticas joyas de la arquitectura se esconden entre las estrechas y bien trazadas calles. Cuando visitamos el centro histórico de Quito nos sumergimos en un baño de arte, cualquiera de los edificios nobles es un compendio de maestría, desde la estructura a su contenido. La mezcolanza de influencias decorativas italianas, mudéjares, flamencas, y sobre todo españolas, se ve realzada por el toque de indigenismo, que es el que da personalidad al todo. 

Los edificios emblemáticos son: la catedral, construida en 1562 y restaurada tras el terremoto de 1797, acabando la obra definitivamente en 1806. La fachada es de estilo neoclásico y muy austera en cuanto a decoración, mientras que el interior, bastante ecléctico, presenta elementos mudéjares, neogóticos, neoclásicos y barrocos. Importantes obras de la Escuela Quiteña presiden algunos de los altares; el más destacado es el del “Descendimiento”, obra de Caspicara; otra de las obras importantes es el retablo del Altar de las Almas, con una escultura del padre Carlos; además se guardan pinturas y esculturas de los artistas Miguel de Santiago y de Legarda. Los trabajados sillones del coro y el trono episcopal, son obras de alto valor artístico. Una pequeña capilla guarda los restos del mariscal Antonio José de Sucre.
El Sagrario. Construido a finales del siglo XVII, en un principio era la capilla principal de la catedral a la que se halla adosada, pero actualmente es una iglesia independiente. La fachada es lo más destacable del conjunto arquitectónico. En el interior lo más interesante es la obra escultórica dejada por Bernardo de Legarda.
Santo Domingo. Imponente conjunto de iglesia y convento; fue construido según los planos de Francisco Becerra a principios del siglo XVII y restaurado por arquitectos italianos tras el terremoto de 1868. En el exterior son dignos de admirar la fachada principal, neoclásica y muy sobria, con su portada de piedra destacando elegantemente; otro elemento llamativo son las cúpulas alicatadas de azulejo, especialmente espectaculares al ser iluminadas por la noche. Contrastando con el exterior, el interior es mucho más recargado; los artesonados son de estilo mudéjar mientras que la mayoría de altares son barrocos; la capilla de la Virgen del Rosario guarda una imagen regalada por el rey Carlos V. El claustro, con su fuente octogonal, árboles y flores; la biblioteca, en la cual se guardan importantes documentos de la primera etapa colonial y la capilla del Rocío, conforman algunas de las dependencias más nobles.
La Compañía. La iglesia empezó a construirse en 1605, pero no se terminó hasta el año 1768. Permaneció clausurada entre 1767 y 1807 durante el tiempo en que la orden de los jesuitas estuvo expulsada del país. Está considerada como una de las edificaciones religiosas más interesantes de América. La fachada, de piedra volcánica, conjuga elementos del barroco español y del italiano; su estructura imita a la de la iglesia de Gesu en Roma, las seis columnas salomónicas que flanquean la entrada son una copia de las del baldaquino de Bernini en el Vaticano. Los mejores artistas de la Escuela Quiteña trabajaron en la decoración del interior. El color del oro, en siete tonalidades distintas, domina por completo toda la nave; los artesonados del techo son de estilo mudéjar, en una policromía de azules, rojos y oro. Los retablos y altares son barrocos y se hallan revestidos igualmente de pan de oro. Entre las obras de arte se encuentran las pinturas de los Profetas, obra de Goríbar; en el altar mayor las imágenes de San Francisco y San Ignacio, obra de Legarda; en el mismo altar se conservan los restos de Mariana de Jesús, la primera santa ecuatoriana.

San Francisco. Cuando Sebastián de Benalcázar hizo el trazado de la futura ciudad, ya dispuso un espacio para la inmensa estructura de la iglesia y convento franciscanos; la gran plaza y el zócalo que preceden a la fachada contribuyen a realzar el conjunto. La obra se empezó el año 1535 bajo las órdenes del misionero Jacobo Rocke, finalizándose en 1605; posteriormente ha sufrido varias reformas para paliar el devastador efecto de los terremotos. Al edificio se le conoce como «El Escorial de los Andes», debido a que la fachada es de estilo herreriano. En el interior todo refulge de pan de oro; techo al estilo mudéjar, columnas y altares se hallan completamente trabajados; numerosas imágenes se atribuyen al artista Caspicara. El altar mayor es de estilo barroco y lo preside la Virgen de Quito, curiosamente una Virgen alada. Los restantes altares son de diversos estilos, algunos de ellos eclécticos, donde se mezclan los estilos renacentista, barroco, neoclásico, mudéjar y en bastantes casos se aprecian rasgos de tradición aborigen, como es la repetida representación del sol, el «Inti» de los incas. La capilla de Cantuña, situada a la derecha del atrio, es la mejor decorada y se la denomina «Capilla Sixtina del Arte Quiteño». El altar mayor es obra de Legarda, la escultura de San Pedro de Alcántara es del maestro padre Carlos.

Otras iglesias dignas de ser visitadas salpican la ciudad, como también son merecedores de un detallado recorrido algunos edificios civiles, como la Casa de Sucre, el palacio de Gobierno, el teatro nacional Sucre o la Casa de Sebastián de Benalcázar. 

* Partes del texto extraídas del libro: RUMBO A ECUADOR Y GALÁPAGOS, de Toni Vives. Editorial Laertes.

1 comentario:

  1. estoy en un hotel en buenos aires hace unos dias y luego me voy para quito.. parece un lindo lugar para conocer y recorrer.. no veo la hora de estar alli

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