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viernes, 8 de abril de 2011

GUÍA DE CHINA – El Patrimonio Mundial de Unesco (IV)


HUANGSHAN, LA MONTAÑA DEL EMPERADOR AMARILLO


 
El macizo montañoso ocupa una superficie de 1.000 km2, con un perímetro de 120 km.; 30 de los 72 picos sobrepasan los 1500 m. siendo el más alto el de la Flor de Loto, con 1873 m.


 
Desde muy antiguo los paisajes de Huangshan han servido de inspiración a muchos artistas y pensadores. Hay un viejo dicho, atribuido a Xu Xiake, un viajero de la dinastía Ming, que reza así: «Cinco son las montañas sagradas de China, quien las haya recorrido, apenas querrá ver otras, pero quien haya visitado el Huangshan ya no encontrará ningún placer en ver ninguna otra de las montañas sagradas».

          Una antigua leyenda explica el origen del macizo: el mítico emperador Amarillo, quien fundara el legendario imperio del Mediodía, cuando sintió que sus días acababan, salió del palacio con tres ministros con el objeto de encontrar la preciada planta de la longevidad. Para ello se dirigió a las montañas y después de mucho buscar se le apareció un dragón; el animal le invitó a subirse a su lomo y se lo llevó al cielo, pero los ministros se agarraron a la cola. Entonces el dragón, con un brusco movimiento los hizo saltar, tan fuerte se habían aferrado que al caer se llevaron varias escamas y pelos del saurio. Con el tiempo, las escamas y los pelos se convirtieron en los pinos del Huangshan.


 
          Las connotaciones filosóficas que comporta este paisaje son enormes, tanto es así que ha marcado todo un estilo en la pintura china (shānshuĭ). Los taoístas razonan que el orden cósmico se ve profundamente ejemplarizado en el Huangshan; la montaña se identifica con el principio yang, el yīn son las brumas y los lagos. El poder atrayente de este macizo es tal que cada año es recorrido por más de un millón de chinos. Unesco reconoció en diciembre de 1990 al Huangshan como Patrimonio Mundial de la Humanidad.


          Para recorrer el macizo lo ideal sería un destinar de dos a tres días y poder visitar los rincones más famosos y subir a muchos de los picos desde los que se divisan excelentes visiones de los juegos que hace la luz con la bruma, las caprichosas formas de las rocas y los irrepetibles pinos. Los picos, por muy empinados que parezcan siempre son accesibles. Los senderos están tallados en la misma piedra, en una inacabable sucesión de escalones; alguna de las escaleras es realmente vertiginosa.


 
          Cada uno de esos monolitos ha sido bautizado con un poético nombre: el pico de la Flor de Loto, la Capital del Cielo y el pico de la Claridad, son los más altos y célebres, otros se denominan: el Pincel Florece, el Mono Contempla el Mar, el Hada Guía, etc.


 
          El amanecer, y con un mar de nubes envolviendo la parte baja del Huangshan, es una de las visiones más fantásticas que el viajero puede llevarse de China. Muy recomendable presenciar también la puesta del sol. Un moderno teleférico ayuda a que la subida hasta la parte alta del macizo no sea tan fatigosa; aún así los largos senderos a recorrer obligan a repetidos descansos. Por suerte es posible encontrarse a menudo con puestos de venta de refrescos y en los puntos estratégicos hay restaurantes y hoteles.*

*Texto extraído del libro: RUMBO A CHINA, de Toni Vives y Josep Giró. Editorial Laertes.

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