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martes, 11 de enero de 2011

GUÍA DE CHINA – El Patrimonio Mundial de Unesco (I)

¡Uf!, por fin se acabaron las Fiestas. Con tanta cena, jolgorio, encuentros familiares y con viejas amistades, además de la resaca y las digestiones pesadas, van pasando los días y apenas queda tiempo para escribir nada. Pero, ya está. Hasta la Navidad del 2011. Ahora ya no hay escusa para volver a actualizar el blog. Para empezar el año os hago una descripción del que es el primer Patrimonio Mundial que se otorgó a China.

LOS PALACIOS IMPERIALES DE BEIJING Y SHENYANG (primera parte)

Palacio Imperial de Beijing

Palacio Imperial de Shenyang
Todos recordamos las imágenes cinematográficas en las que se muestra la proclamación del Emperador Puyi en 1908, el último de la dinastía Qing y por consiguiente también el último monarca chino. Para refrescar la memoria, esas imágenes las vimos en el magnífico film de Bernardo Bertolucci El último Emperador, película del año 1988 por la que la Academia de Hollywood premió con nueve Oscar. Las espectaculares escenas, llenas de color, fueron rodadas en el mismo escenario donde en la realidad se produjeron los hechos: el Palacio Imperial de Beijing, más conocido como la Ciudad Prohibida o la Ciudad Púrpura.
                El Palacio Imperial de Beijing fue incorporado a la lista del Patrimonio Mundial de Unesco el año 1987 y en el 2004 se incluyó como ampliación de los Palacios Imperiales chinos el de Shenyang.
Los que hayáis tenido la suerte de viajar a la capital china seguro que una de las visitas habrá sido a la Ciudad Prohibida. Habréis comprobado la grandiosidad del palacio, la fantasía de sus edificios, la elegancia de las decoraciones, la mesura de sus jardines y sobretodo el equilibrio y proporción en todo el conjunto, algo propio de una planificación con una buena base de fengshui. Para quienes no conozcáis Beijing, os hago un breve resumen de lo que es esa Ciudad Púrpura intentando que con un poco de imaginación de vuestra parte podáis entrever la magnificencia de la arquitectura palaciega llevada a su mejor extremo.


La Ciudad Prohibida se halla en el centro geográfico de la ciudad de Beijing y ha sido la residencia imperial de diversos emperadores de las dinastías Ming (1368-1644) y Qing (1644-1911). El inicio de su construcción se remonta al año 1421 y las obras principales duraron trece años. Durante aquel tiempo trabajaron allí más de 200.000 personas. La superficie palaciega es de 72 hectáreas (el equivalente a 72 estadios de futbol), de las cuales 15 están ocupadas por pabellones y palacios, sumando en total 9.000 habitaciones. El recinto se halla completamente rodeado por un alto muro y un foso con agua de 50 metros de anchura, por el interior discurre la corriente de un riachuelo. El acceso a la muralla se realiza desde el sur, partiendo de la plaza Tian’anmen, cruzando por la majestuosa Puerta de la Paz Celestial (esta es la famosa portalada que habréis visto muchas veces en TV, presidida por un gran retrato de Mao Zedong). Después de atravesar un amplio parque nos encontramos ante la que es entrada al rectángulo amurallado, ya tras el canal acuático, es la Puerta del Meridiano. En sus momentos de esplendor, la Ciudad Prohibida sólo era visitada por altos funcionarios, militares y el personal más allegado al emperador, en algunas zonas el acceso quedaba restringido al emperador, su esposa y las concubinas y sus criados eunucos.
Lo que a partir de este momento vamos descubriendo es un rosario de palacios que siguen un eje central, flanqueados por otros a ambos lados y elegantes puertas (edificios que se cruzan y dan acceso a un nuevo ambiente), todo ello jalonado por espacios abiertos, altares y jardines. De esta manera se suceden la Puerta de la Armonía Suprema, el Palacio de la Suprema Armonía, el Palacio de la Perfecta Armonía, el Palacio de la Perseverancia de la Armonía, la Puerta de la Pureza Celestial, el Palacio de la Pureza Celestial, el Palacio de la Unión, Palacio de la Tranquilidad Terrestre, Puerta de la Tranquilidad Terrestre, y así un largo etcétera de pabellones y palacios menores. Cabe destacar el muro de los Dragones, formado en altorrelieve de cerámica polícroma, uno de los conjuntos, a mi parecer, más bellos del Palacio Imperial. Otros detalles a no perderse son las esculturas en bronce representando leones, grullas o tortugas, las hay por doquier, algunas son espectaculares. Y tampoco hay que perderse los distintos museos alojados en pabellones y palacios, algunos tan importantes como el museo de los Relojes, el de la Porcelana, el de los Bronces y el Palacio de los Tesoros; en ellos podremos ver desde una clepsidra (enorme y antiquísimo reloj que funciona con agua) o algunas piezas de jade tallado de dimensiones descomunales.

La visita al detalle de todos los edificios y pabellones abiertos al público puede suponer una jornada completa.


1 comentario:

  1. Genial entrada, yo también escribí algo de Shenyang, espero q podamos intercambiar algún enlacillo.

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