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lunes, 17 de octubre de 2011

MUZTAG ATA, el padre de las montañas de hielo


Un día me enamoré de una montaña. Fue un amor a primera vista, y con el tiempo mi estima hacia ella se vio recompensada.
El Muztag Ata
Corría el ya lejano 1988, hacía poco más de un año que se había abierto el tráfico la que ahora es la mítica Karakorum Highway, una sinuosa carretera que sube desde Pakistán siguiendo el valle del río Indo hacia el Khunjerab Pass (4901 m), frontera con China. De bajada hacia Kashgar, ya en el Xinjiang chino, una averia en el destartalado autobús de línea nos tuvo a todo el pasaje durante varias horas al sol. Justo ante nosotros se alzaba una montaña colosal, preciosa, atrayente. Observando sus vertientes nevadas iba trazando una imaginaria vía de ascenso y la correspondiente bajada. Al llegar a Kashgar, después de muchas peripecias conseguía un permiso para poder subir el año siguiente a aquella montaña que me había encantado: el Muztag Ata. Así, en julio de 1989 un numeroso grupo de amigos hicimos el peregrinaje a través de Pakistán y con éxito subimos y bajamos esquiando esa ansiada cima. El triunfo fue total: de dieciocho expedicionarios diecisiete en la cumbre, dos chicas conseguían el récord español femenino de altura y además colaboramos en el rescate de un austríaco que se había perdido, lo encontramos en una grieta y pudo salvar la vida.


El Khunjerab Pass

Cerca del Muztag Ata
La experiencia me cautivó tanto que al año siguiente repetía, esta vez como guía para la agencia de viajes Muztag, subiendo de nuevo a la cima con unos catalanes, una pareja de vascos y dos andaluzas. Y por si aún no tuviera bastante, el año 1991 rehacía la Karakorum Highway, esta vez en bicicleta, junto a un grupo de ciclistas y acompañando a un grupo de Televisión Española que filmaba un programa que se llamaba "Alatul". La expedición ciclista también estaba organizada por Muztag Viajes. La atracción del Muztag Ata era tanta que habíamos planeado subir hasta el campo base, y así lo hicimos, aunque hay que decir que el esfuerzo para llegar con las bicis hasta los 4.420 m de altura fue considerable.
Hacia el campo base

¿Qué, cómo y cuándo?
Desierto y glaciar
El Muztag Ata, Muztagh Ata o Muztagata de 7.546 metros es el tercer pico en altura del Kun Lun. El Kun Lun es una de las grandes cordilleras asiáticas, con casi 2.500 km de longitud (el Pirineo, de Hendaya el cabo de Creus tiene 432 km). La cima más alta es el Kongur, con 7.723 m y le sigue el Kongur-Tiube de 7595 m. Esta larguísima cadena montañosa casi rodea por el noroeste la meseta tibetana y la aísla del desierto de Taklamakan. En su extremo sur se junta con la cordillera del Karakorum y en el extremo más occidental confluye con las montañas del Pamir. Justo aquí, cuando se divisan las sierras del Pamir a poniente es donde se encuentra el Muztag Ata. Por carretera está 235 km al sur de Kasghar, en plena Ruta de la Seda. El nombre Muztag Ata significa en la lengua uigur "padre de las montañas de hielo".

Subiendo al campo I
El Muztag Ata está formado por dos montañas divididas por un profundo corte. Esta forma se explica a partir de una antigua leyenda: "Una hermosa princesa se enamoró del príncipe de las nieves, que habitaba en la cima del Qogir (el K2). Los embelesados ​​amantes se citaban en el Muztag Ata, pero un día, el padre del chico, que desaprobaba el romance, cogió un palo y de un fuerte golpe en la montaña la separó en dos cumbres y cada amante se quedó en uno de ellos. Desde ese momento la princesa no cesó de llorar y las lágrimas que derramó se convirtieron en la nieve que cubre de manera perpetua la montaña y en los glaciares que bajan por las laderas y se internan en el desierto".
Campo I

Hacia el campo II

Campo II
Por sus características, con pocas pendientes acusadas y obstáculos rocosos, el Muztag Ata es la mejor montaña del mundo superior a los 7.500 m para la práctica del esquí de travesía. Los deportistas pueden bajar esquiando desde la misma cima hasta donde termina la nieve. Otra manera práctica de ascender a ella es con raquetas. Las problemáticas que se presentan a los alpinistas se ciñen a los efectos de la altura, los peligros de las grietas ocultas y la aparición repentina de niebla. Los peores accidentes se han dado por malas condiciones de visibilidad y algunos alpinistas se han perdido en las anchas vertientes cercanas a la cumbre.

El autor en la cumbre del Muztag Ata

Bajando desde 7.546 m
La mejor época para afrontar la ascensión es entre mediados de julio y finales de agosto. La estrategia del ataque debe ir en función de si se sube a pie y raquetas o con esquís. Las personas bien entrenadas y aclimatadas, si ascienden con esquís pueden limitar la subida a dos campos de altura: un primer campo situado a 5.560 m y el segundo sobre los 6.600 m (no hay problemas de espacio donde poner las tiendas). Los que suban con raquetas lo más conveniente es instalar un primer campo donde empieza la nieve perpetua (aprox. 5.430 m), un segundo campo a 6.200 m y un último emplazamiento a unos 6.750 m. De todas formas lo más importante es disponer del máximo de días para la aclimatación y algún día más de reserva por si hubiera mal tiempo. Los programas que se ofrecen a veces son demasiado cortos y fuerzan a los alpinistas a quemar etapas, provocando que no siempre se consiga la aclimatación necesaria -hay que recordar que la cumbre, pese a ser fácil, está por encima de los 7.500 m-. Mejor pagar unos pocos euros de más por unos días adicionales, aunque en el mejor caso uno se adapte bien a la altura y no haya tormentas y luego tenga que desperdiciar estas jornadas en el campo base, a que no se consiga la cumbre por ajustar demasiado las etapas y subir mal aclimatado.

Descenso en la zona de grietas
El mercado de Kashgar
Y con la cima en el bolsillo, la mejor manera de celebrarlo es irse a Kashgar y disfrutar del espectáculo del mercado semanal de los sábados. Quizás, caminado entre los camellos, cabras, caballos, puestos de comida y de ropa, uno se sienta un poco transportado en los tiempos en que la Ruta de la Seda era la principal vía comercial del planeta.

lunes, 10 de octubre de 2011

Armenia, arquitectura religiosa

Después de un largo paréntesis, mitad veraniego mitad otoñal,  puesto que para escribir sobre viajes se impone de vez en cuando viajar, reemprendo la labor de publicar de manera regular nuevos post en el blog. Esta vez os presento una región de nuestro pequeño gran mundo de la que apenas se habla en nuestros medios de comunicación. 

A caballo entre el continente europeo y el asiático se halla un pequeño país. Ese territorio, con un gran bagaje cultural y una rica historia en sus espaldas, es bastante desconocido en España.  Ese país es Armenia.

La superficie actual de Armenia es parecida a la de Galicia, aunque hasta la primera década del pasado siglo su territorio era bastante mayor. La reducción vino después del genocidio a manos turcas de los armenios que poblaban la parte más oriental de Asia Menor (1915 – 1917), hoy zona turca. Los límites actuales son Georgia al norte, Azerbaiyán al este,  Turquía al oeste e Irán por el sur. La altura media ronda los 1.800 m y la montaña más alta, el Aragats, alcanza los 4.095 metros. La población ronda los 3.250.000 habitantes, a ese número habría que añadir una cantidad considerable de armenios que viven en el extranjero. La República de Armenia consiguió su independencia en 1991, con la disolución de la Unión Soviética; más atrás había conquistado una primera independencia tras librarse del yugo zarista y de la otomana en el año 1918. Pero dejemos la geografía y centrémonos en el propósito del post: la arquitectura de algunos monasterios e iglesias de estilo bizantino – armenio, construidos en la edad media y que han sido merecedores de figurar en la selecta lista del Patrimonio Mundial de la Unesco.

¿Quién no ha quedado extasiado contemplando la tranquila belleza, austeridad y armonía de alguno de los templos y ermitas de estilo románico que pueblan nuestro país? Seguro que las personas que tengan el privilegio de visitar Armenia van a quedar igualmente boquiabiertas ante su arquitectura y de ella voy explicar sus principales edificios.

El monasterio de Haghpat se halla en la provincia de Lorri, en el extremo norte del país. Fue construido a finales del siglo X y sufrió algunas transformaciones en el XII y XIII. Es un ejemplo de edificación estructurada a partir de una cúpula central sustentada por cuatro gruesos pilares macizos, muy tradicional en la arquitectura autóctona. En el ábside se conserva un fresco con la representación del Pantocrator. La iglesia queda unida a través de un pasaje abovedado a una sala capitular, obra  del siglo XIII. Uno de los elementos más característicos armenios es el gavit (nártex) que da acceso a la iglesia. También es destacable el edificio de planta cuadrada que alberga la biblioteca, datada en el siglo XII.

En la misma provincia de Lorri se alza el complejo monástico de Sanahin. Un conjunto de edificios enlazados se eleva destacando en el paisaje. De estos edificios el principal corresponde a la catedral del Redentor, obra del siglo X. De nuevo aquí se encuentra la solución arquitectónica de la cúpula central circular sobre una base cuadrada, la cual da sentido a la cruz de la base y forma cuatro capillas de dos pisos. La iluminación se consigue a través de una abertura en la cúpula. La iglesia de la Madre de Dios se halla al norte de la catedral, y ambas están unidas por un pasaje abovedado. Este es edificio más antiguo del conjunto monacal (930–940) y fue obra de monjes que habían escapado de Bizancio. La planta es en forma de cruz y cuatro capillas acopladas. Otro edificio singular es el scriptorioum (biblioteca), obra del año 1063. Un gavit da acceso a una sala de planta cuadrada con bóveda sustentada por columnas adosadas. Varios nichos indican los espacios donde se guardaban los códices que se escribían y dibujaban aquí. Justo al lado de la biblioteca se encuentra una pequeña capilla dedicada a san Gregorio; la curiosidad del pequeño edificio son los cuatro ábsides que rodean la cúpula central. Multitud de detalles como el campanario, el espacio dedicado a escuela o los llamativos relieves esculpidos de las fachadas, acaban por redondear la sobria belleza del monasterio.

En la provincia de Kotayk, al nordeste de Erevan, la capital armenia, se alza uno de los complejos más llamativos del país: el monasterio de Geghard. Si los conjuntos de Sanahin y Haghpat dejan al visitante fascinado, Geghard supera las expectativas. En la ladera de un valle y rodeado por un agreste paisaje montañoso encontramos el enclave que escogieron los primeros cristianos armenios. En el siglo IV, según la tradición de la mano de san Gregorio, se creó un santuario en una caverna, acogiendo un manantial considerado sagrado. Entorno a la cueva se alzaron edificios monásticos pero todo fue destruido por los árabes en el siglo IX. A finales del siglo XII empezaron las obras para construir un nuevo monasterio y al igual que el primigenio se levantaron edificios y a la vez se aprovecharon las cuevas del lugar para transformarlas en iglesias. Precisamente el carácter troglodítico de buena parte del monasterio es lo que le da una especial personalidad. Pero el principal valor de Geghard, fue el que en su interior se guardaba la lanza de la Pasión (Geghard significa lanza). Tan valiosa reliquia fue llevada hasta el santuario por san Judas Tadeo –hoy, la lanza se custodia en la catedral de Echmiadzin-. A parte de otras reliquias importantes, como las de los santos Andrés y Juan, tienen mucha relevancia las tumbas de varios príncipes armenios. La capilla de san Gregorio, toda ella rupestre, es la más antigua que se conserva, está fechada en 1177.
La iglesia principal, excavada en 1215, mantiene los trazos de la arquitectura tradicional, con elementos de origen autóctono y otros heredados del arte bizantino. Se repite la fórmula de la cruz delimitada por un cuadrado y las cuatro recias columnas que sostienen la cúpula. El nártex también está presente en la obra. Destacables son las cruces labradas en la roca y algunos relieves del interior.

En Vagharshapat, unos 20 km al oeste de Ereván, se encuentra la catedral y las iglesias de Echmiadzin, el lugar más venerado de toda Armenia. La construcción del edificio principal se construyó entre los años 301 y 303, obra de san Gregorio, y está considerada como la primera catedral –basílica del cristianismo (San Juan de Letrán en Roma se construyó entre el 313 y el 320). Tal como la vemos hoy en día es una renovación que se remonta al año 480. Las soluciones estructurales aportadas por los arquitectos y artesanos de la época fueron innovadoras en el ámbito del arte religioso y durante siglos marcaron una manera de hacer. Cuatro columnas centrales dibujan la forma de cruz y sobre ellas sostienen la cúpula, a la vez que enlazan mediante arcos con las paredes laterales. En el año 618 se añadió una cúpula de piedra y ya en el XVII se edificó la torre de tres pisos que preside la fachada oeste. Ya hemos citado que la catedral guarda la reliquia de la lanza que hirió a Jesucristo, también se salvaguardan una mano de san Gregorio y un trozo de madera que se dice proviene del Arca de Noé. Muy cerca de la catedral se encuentran otras dos iglesias destacables, son la de san Hripsimeh y la de san Gayaneh. Ambos edificios son bellos ejemplos de la arquitectura religiosa armenia de la edad media.

Aquí he citado quizás lo más característico de Armenia, pero esa bella tierra tiene bastantes aspectos que descubrir y uno de ellos es la calidez de los armenios y la hospitalidad que dispensan a los visitantes.