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lunes, 8 de agosto de 2011

LA PORTA DEL CEL


Hace pocos días que he terminado el circuito denominado "La Porta del Cel” (la Puerta del Cielo) y todavía me duelen las rodillas, tobillos y dedos de los pies. Será la edad de las articulaciones, pero también la extrema dureza del itinerario. Iba sobre aviso, nos habíamos informado de la belleza y de la exigencia de la ruta. Habíamos estudiado los mapas y reparado en el perfil, pero las adversidades climáticas han sido algo por encima de las previsiones. El recorrido es por la comarca catalana del Pallars Sobirà y el Ariège francés, enlazando cinco etapas que suman una distancia aproximada de 63 km y un desnivel de 5.565 metros.

Los cinco que íbamos, cuatro hombres y una mujer, nos habíamos propuesto realizar el itinerario completo, esto significa pasar por todos los refugios y subir a las cumbres del Certascan y la Pica d'Estats.
Una vez en Tavascan nos acercamos en coche hasta el camping de Graus para acabar de formalizar el boletín que tendremos que ir marcando durante la marcha. Regresamos a Tavascan a dejar el vehículo y ya a pie remontamos de nuevo hasta el camping de Graus (así evitamos andar este tramo el último día de marcha). Es un recorrido corto: 4,2 km, entre las cotas 1.108 my 1.360 m, con un desnivel positivo de 290 my 50 m negativos. Nos lleva 1 hora y 15 minutos. Aprovechamos las instalaciones de Grados para cenar y dormir. La noche ha pasado con lluvia constante, pero al salir parece que el cielo quiere abrirse - quizás un buen augurio del nombre de “la Porta” -.

Cuando llegamos a la altura de las cabañas de Noarre (1.589 m) comienza la lluvia. ¡Anda! a taparnos con esos chubasqueros que te hacen sudar y sobre todo entorpecer demasiadas veces - "¿como lo hacía mosén Cinto con la sotana?" - Cruzamos bosques y lagos, siempre subiendo, pasando por zonas donde hoy en día se ha reintroducido el oso pardo, animal que no veremos pues es esquivo a más no poder. Después de mucha humedad conseguimos alcanzar el collado de Certascan (2.590 m). Buscamos un hueco en las rocas y como bien podemos escondemos las mochilas, pues no queremos cargarlas hasta la cima. Antes de coronar nos encontramos con un austriaco, justo parado ante un paso de roca expuesto y que lo hace dudar. Con la piedra mojada y resbaladiza como está, el chico parece que no se lo veía claro. Dos del grupo pasan por allí mientras que otros optamos por ir a buscar la arista, es más aérea pero tiene buenos agarraderos. Al fin, los 2.854 metros del Certascan los hemos alcanzado sin poder ver que hay a nuestros pies. Sabemos que muchos metros por debajo debe estar el lago Certascan, el mayor de los lagos naturales del Pirineo. Cada vez más empapados regresamos al collado, des de allí al refugio se hace corto, todo bajada y llano, el problema es que el camino se ha convertido en un arroyo más y el chip-chap parece que estemos practicando un deporte acuático. Por suerte el refugio Certascan está casi vacío, lo que nos permite hacer un tendido de ropa para secarla. En vista de la situación decidimos que si al día siguiente sigue lloviendo abandonaremos la ruta. La jornada ha sido de seis horas y media de marcha, la mayoría bajo la lluvia, con un recorrido de 12,5 km y un desnivel positivo de 1.500 my 620 m negativos. El refugio está en la cota 2.240.

Como el día se levanta con claros decidimos seguir con la Porta del Cel. El austriaco se ha añadido a nosotros. Para esta tercera etapa, si leemos la altimetría parece plana pues salimos y llegamos a la misma cota, pero en la letra pequeña está la trampa: 1.350 m en positivo y los mismos en negativo, todo en 13,3 km de recorrido. El camino es perdedor sobre todo en caso de niebla, en algunos tramos de la parte francesa no hay marcas de pintura y como los caminos aún están poco frecuentados ​​lo más seguro es utilizar el GPS. Durante la primera hora de marcha incluso se deja ver alguna ojeada de sol que nos permite ver iluminado el bonito lago Romedo de Dalt con su isla. Justo pasar este lago que empieza a diluviar. Entramos en Francia por el puerto de la Artiga (2.474 m) y los caminos, de nuevo convertidos en ríos, más que verlos los intuimos. Ya cerca del refugio de Pinet necesitamos cruzar un torrente que baja muy caudaloso, lo pasamos con el agua hasta las rodillas, sin quitarnos las botas, no vale la pena ya están suficientemente mojadas. Y antes de llegar al refugio aún se esconde una trampa: un tramo vertical de roca de unos seis metros, que se supera con la ayuda de un cable. Si el paso estuviera seco seguramente presentaría poco problema, pero en las condiciones de agua hay que tener cuidado en no resbalar. Suerte que en el refugio Pinet tampoco hay demasiada gente y de nuevo hacemos el tendido para secar todo. La etapa nos ha comportado 8 horas 45 minutos.
¡Y la cuarta jornada nos recibe de nuevo con lluvia! En el refugio Pinet nadie se mueve, pero a nosotros no nos queda otra alternativa que seguir hacia el sur caminando o bien dar un paseo turístico por Francia a base de taxis hasta llegar a Tavascan, lo que nos podría costar un ojo de la cara. De nuevo bajo los chubasqueros subimos hacia el collado del Montcalm (2.998 m). Ahora la ventaja es que el camino está muy bien marcado y discurre siempre hacia arriba, sin tregua. Cerca de la cima de la Pica d'Estats la lluvia se convierte en nieve, y así llegamos al punto más alto de la travesía, a 3.143 m, que también es la máxima cota de Cataluña. Subiendo el puerto de Sotllo (2.876 m) el tiempo da un giro, las nubes se rasgan y aparece el sol, el sol de verdad. Por fin podemos admirar el paisaje que nos rodea, con la panorámica de los lagos de Estats y Sotllo a nuestros pies. Una larga bajada y nueve horas después de haber salido de Pinet entramos al refugio Vallferrera (1.905 m). En la etapa hemos subido 1.110 y bajado 1.400 m, en un recorrido de 13,5 km.

Con un día muy claro nos toca el remate final: el camino hasta Tavascan. Pero no es una bajada directa. Si bien primero parece que el camino tira hacia abajo (llegamos hasta la cota 1.768) pronto la tónica cambia y la ruta sube a buscar el lago de Baborte (2342 m) y el collado de Sallente (2.488 m). Pasados

estos idílicos lugares de nuevo toca bajada para enlazar con otra ascensión, esta vez en el collado de la Laguna (2596 m) y casi sin pausa seguir la cresta que nos lleva al último vértice de la Porta del Cel, la Roca Cigalera ( 2.668 m). De lejos esta cumbre parece insignificante y poco esbelta, pero una vez estamos arriba comprendemos el por qué hacen pasar la ruta por este punto. Desde aquí se disfruta de una panorámica que permite ver todas las cumbres que hemos subido y un poco más lejos se divisan las montañas que conforman el Parque Nacional de Sant Maurici y Aigües Tortes, por donde el año pasado disfrutamos tanto de la travesía de los “Carros de Foc” (a nuestro entender mucho más asequible que la Porta del Cel). Y ahora ya no queda más que una interminable bajada hasta Tavascan. Esta última etapa que parecía poco pasa por los datos a ser una de las más duras: ¡1.315 m positivos y 2.100 m negativos!, Además 20,3 km de recorrido en ocho horas. Nuestros doloridos pies lo testimonian bien. Y ahora a pensar cuál será la próxima caminata, lo que es seguro es que intentaremos que no sea tan dura.
Lo más positivo es que las cosas que más cuestan de conseguir más se aprecian y nuestra Porta del Cel, con tanta lluvia, se nos ha puesto ciertamente difícil, pero como lo hemos disfrutado - y pensar que hay personas superentrenadas que hacen el recorrido non stop y por debajo de las doce horas -.