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martes, 10 de mayo de 2011

GUÍA DE CERDEÑA: ÁREA ARQUEOLÓGICA DE NORA

33 km al sudoeste de Cagliari, la capital de Cerdeña, y a sólo 250 metros al sur de la iglesia de Sant’Efisio se encuentra la entrada al área arqueológica, una de las visitas ineludibles del sur de Cerdeña, tanto por su valor histórico como estético.  


El área arqueológica protege los restos de la ciudad de origen fenicio más importante del sur de Cerdeña. Las ruinas romanas, la última civilización que habitó Nora, son espectaculares; junto a ellas o en muchas ocasiones bajo las construcciones imperiales, los trabajos de los arqueólogos hacen aflorar importantes estructuras púnicas y las primigenias fenicias. Resulta atrayente al máximo el efecto de los muros, columnas y otros elementos arquitectónicos romanos contrastando con el fondo azul turquesa de las calas que rodean la península de Nora.   



Los navegantes fenicios fijaron su atención en una diminuta península formada por una colina en la zona del istmo y dos brazos que se internan en la rada de Nora, uno de estos salientes se extiende hacia oriente y está coronado por otra colina, donde hoy se alza la torre del Coltellazzo. El otro brazo se abre hacia el sudoeste y abraza parte de la ciudad primero fenicia, después púnica y finalmente romana.

Las primeras huellas que delatan presencia humana se remontan al siglo IX a. C. cuando se supone que navegantes fenicios se detenían aquí para avituallar sus naves. En el siglo VII a .C. se fundó una colonia permanente. La urbe fue creciendo con el paso del tiempo y extendiéndose por casi toda la península de Nora. En una estela datada de los tiempos de la fundación de Nora, se descifró el escrito del nombre “Shardn”; algunos historiadores creen que es la primera vez en que se quiso etiquetar la tierra conquistada y que de aquí deriva el nombre de Cerdeña. En la zona sudeste, junto a la playa meridional, es donde se edificó el primer núcleo urbano, el cual se extendía hacia el interior, cerca del istmo y donde con posterioridad los cartagineses edificaron el templo dedicado a la diosa Tanit. En la zona central del istmo se situó la necrópolis, la cual fue creciendo en dirección norte, hasta donde hoy se levanta la iglesia de Sant’Efisio, lugar que acogió un “tophet” o tofet, centro dedicado a los sacrificios de animales y humanos. El fin de la presencia fenicia se sitúa entre finales del siglo V y mediados del IV a. C. cuando la pujanza de Cartago se impuso en el occidente mediterráneo. De la época púnica el mejor exponente en Nora es el templo de Tanit, el complejo púnico-romano de Esculapio, en el extremo sur del cabo de Pula y la necrópolis.

La derrota de Cartago dejó libre Nora y los destacamentos romanos se instalaron en ella a partir del año 238. El impulso que tomó la ciudad quedó plasmado en la cantidad de edificios nobles y espacios destinados al esparcimiento de los ciudadanos y de los destacamentos militares estacionados en la península. Existen datos que corroboran que Nora adquirió la categoría de municipium. Las ruinas romanas son las principales protagonistas de Nora, tanto por el hecho de ser las mejor conservadas, como las que ocupan el estrato superior de las tres ciudades que se superponen. Entre la estructura urbana cabe señalar la amplia zona ocupada por el foro, muy cerca se intuyen los restos de un templo con seis columnas y un altar. Las termas se reparten por varios barrios del municipio, las mejor conservadas son las llamadas terme a mare, en la zona oeste de las excavaciones, un poca más al norte, cerca del istmo quedan los restos de las termas pequeñas (piccole terme) y al sudoeste del teatro las termas centrales. El complejo de Esculapio tiene sus raíces en una construcción púnica, pero los romanos ennoblecieron con mosaicos y otros avances arquitectónicos el espacio dedicado al dios de la medicina. El teatro es el monumento estrella de Nora. Podía albergar cerca de 1.200 espectadores sentados en sus graderías. Conserva varios de los espacios que tradicionalmente constituían un teatro romano, con la salvedad de dos inmensas tinajas ancladas en el suelo a las que todavía no se les ha sabido dar explicación. Hay quienes creen que las tinajas servían como amplificadores de la voz, en cambio hay otras teorías que le dan una función pura de contenedores, usadas al quedar el teatro fuera de servicio.  La casa del atrio tetraestilo, situada en el sector oeste, es un ejemplo de un edificio noble, seguramente la vivienda de un patricio. Los mosaicos que cubren los suelos son de alta calidad.

 Entre las termas pequeñas y el mar se hallaron unos restos que fueron identificados al principio como de instalaciones portuarias; posteriores estudios determinaron que se trataba de una gran basílica cristiana. Los trabajos arqueológicos han acabado dibujando una estructura de 33 metros de largo por 22 de ancho, formando un edificio de tres naves. Su construcción se sitúa en el siglo IV y quedó en el abandono entrono al siglo VII, con los ataques de los bárbaros y las posteriores razzias árabes.


 
* Extracto de la guía: RUMBO ACERDEÑA, de Toni Vives, Editorial Laertes.