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miércoles, 30 de marzo de 2011

GUIA DE IRAN: ASCENSO AL DAMAVAND


Acabamos de entrar en la época idónea para la práctica del esquí de travesía en las montañas del norte iraní, es por eso que os quiero contar que en la primavera del año 2000 tuve ocasión de realizar la ascensión a la cumbre del Damavand, la montaña más alta de Irán (5.671 m). La expedición estaba organizada por la agencia de viajes Muztag, y los componentes proveníamos en su mayor parte del Club Excursionista de Gràcia, también había un grupo de Gandía y dos compañeros venían de Valladolid.

El Damavand es para Irán como un faro que dirige y rige el discurrir del tiempo y de todo lo que sucede a sus pies. El pueblo iraní siempre ha considerado su montaña como una bendición de Dios. Los bosques, los pastos, las fuentes; en definitiva, el sustento, son debidos a la existencia de las montañas y el Damavand es la más alta de todas. Cuando el día es claro, la cumbre nevada es visible desde Teherán. El Damavand es un volcán del que no se tiene memoria histórica de alguna erupción, pero se le considera semiactivo ya que cerca de la cumbre existe una constante emisión de gases sulfurosos.

El objetivo de la expedición era subir hasta la cumbre y descender esquiando. Para el ascenso escogimos la ruta sur, cuyo trazado es largo pero relativamente fácil, exento de peligros y con vistas impresionantes. Antes realizamos un ajustado programa de aclimatación, para ello nos dirigimos a Dizin, la mejor estación de esquí de Irán, situada unos 60 km al norte de Teherán. La ventaja de Dizin es que podíamos cenar y dormir de manera confortable en un hotel y durante el día realizar excursiones hasta una cota cercana a los 4.000 metros y bajar esquiando al alojamiento. 




                                                        Curiosidades en la estación de esquí de Dizin

                                          Refugio Goosfand Sara

La ruta sur parte de las cercanías de Polour, pequeño pueblo situado 60 km al nordeste de la capital. Debido a que ya estábamos bien entrados en el mes de abril, la nieve en las partes bajas se había fundido, gracias a ello pudimos acceder en vehículos 4x4 hasta el refugio Goosfand Sara (3.040 m). Ese refugio es bien particular, cuanto menos llama la atención a los montañeros occidentales; cuenta con dos grandes habitaciones, una para hombres y otra para mujeres y una mezquita, con minarete y todo. Como por allí no había ningún religioso chiita que impusiese su ley, a la única chica del grupo no la dejamos sola en su habitación y fue bien acogida en la zona masculina.

                                          Refugio viejo de Bargah Sevom
El día siguiente lo dedicamos a subir hasta el refugio Bargah Sevom (4.200 m), ésta parte del itinerario lo realizamos sobre los esquís. Las pendientes son poco empinadas excepto los últimos doscientos metros. En el año 2000 el refugio no merecía llamarse así ya que estaba completamente destrozado. En el interior apenas quedaba el esqueleto de unas literas, por lo que tuvimos que dormir sobre el frío cemento. Hoy día, a poca distancia del viejo refugio, la Federación de Montaña iraní ha construido un nuevo edificio, con las comodidades necesarias para ese tipo de albergue.

                                                    
La última etapa es la más difícil. La vertiente se pone muy empinada y a primera hora la nieve estaba durísima. La opción fue calzarse los crampones y subir siguiendo una arista que conduce directamente hasta unos doscientos metros de la cumbre, allí el perfil se suaviza bastante. Es a partir de este momento cuando se entra en la zona de las fumarolas. De tanto en tanto el suelo deja escapar un humo amarillento, espeso y sobretodo hediondo. A estas alturas, quien más quien menos andaba respirando como podía, los 5.600 metros se dejaban notar y el oxígeno se apuraba al máximo. El peor problema era que cuando la montaña, mejor dicho volcán, abría sus entrañas cerca de algún montañero lo dejaba un poco aturdido por la intensa pestilencia, algo parecido a huevos podridos. Superadas esas molestas fumarolas alcanzamos la cumbre en pocos minutos. Lo curioso es que el calor que desprende el suelo mantiene casi sin nieve el tramo final de ascensión.
                                          Los últimos metros
                                                                La cumbre
El descenso fue una auténtica gozada, primero siguiendo las pendientes fuertes sobre nieve dura y más abajo del refugio Bargah Sevom trazando giros en nieve transformada. Agotados y felices alcanzamos el primer refugio, allí esperamos el transporte que nos llevó directamente hasta unos baños termales situados en la falda del volcán. Sumergirnos en agua a muchos grados fue el remate final a la aventura de montaña que nos deparó la antigua Persia.*

*Texto extraído en parte del libro: RUMBO A IRÁN, de Toni Vives. Editorial Laertes.

miércoles, 23 de marzo de 2011

GUIA DEL ECUADOR, SU PATRIOMONIO MUNDIAL (I): QUITO

Por primera vez desde el inicio de éste blog voy a trasladar el relato a América, en concreto os hablaré del Ecuador. Se trata de uno de los países más pequeños de Sudamérica, situado entre el océano Pacífico y la cuenca amazónica, cruzado a lo largo por la cordillera andina y a lo ancho por la línea ecuatorial. A pesar de su superficie, apenas 250.000 km², en su territorio se esconden algunos de los rincones más bellos e interesantes de nuestro planeta. Unesco, ha inscrito cuatro lugares ecuatorianos en la lista del patrimonio mundial. Empiezo por el Centro Histórico de Quito.

La «Muy Noble y Muy Leal Ciudad de San Francisco de Quito» fue fundada oficialmente el día 6 de diciembre de 1534, al menos por lo que hace referencia a los invasores españoles; en realidad desde 2.000 años atrás el hombre había ocupado aquel valle. El centro histórico se alza sobre las ruinas de una antigua ciudad inca.
Enmarcada por un paisaje único de altas montañas y volcanes nevados, Quito, situada a 2.818 metros de altitud se nos muestra como una urbe ciertamente especial; la parte colonial conforma un conjunto único, el mejor conservado  de América Latina, con sus iglesias, monumentales conventos y blancas mansiones. La Unesco declaró a esta zona de ciudad «Patrimonio Cultural de la Humanidad» en 1978.
Auténticas joyas de la arquitectura se esconden entre las estrechas y bien trazadas calles. Cuando visitamos el centro histórico de Quito nos sumergimos en un baño de arte, cualquiera de los edificios nobles es un compendio de maestría, desde la estructura a su contenido. La mezcolanza de influencias decorativas italianas, mudéjares, flamencas, y sobre todo españolas, se ve realzada por el toque de indigenismo, que es el que da personalidad al todo. 

Los edificios emblemáticos son: la catedral, construida en 1562 y restaurada tras el terremoto de 1797, acabando la obra definitivamente en 1806. La fachada es de estilo neoclásico y muy austera en cuanto a decoración, mientras que el interior, bastante ecléctico, presenta elementos mudéjares, neogóticos, neoclásicos y barrocos. Importantes obras de la Escuela Quiteña presiden algunos de los altares; el más destacado es el del “Descendimiento”, obra de Caspicara; otra de las obras importantes es el retablo del Altar de las Almas, con una escultura del padre Carlos; además se guardan pinturas y esculturas de los artistas Miguel de Santiago y de Legarda. Los trabajados sillones del coro y el trono episcopal, son obras de alto valor artístico. Una pequeña capilla guarda los restos del mariscal Antonio José de Sucre.
El Sagrario. Construido a finales del siglo XVII, en un principio era la capilla principal de la catedral a la que se halla adosada, pero actualmente es una iglesia independiente. La fachada es lo más destacable del conjunto arquitectónico. En el interior lo más interesante es la obra escultórica dejada por Bernardo de Legarda.
Santo Domingo. Imponente conjunto de iglesia y convento; fue construido según los planos de Francisco Becerra a principios del siglo XVII y restaurado por arquitectos italianos tras el terremoto de 1868. En el exterior son dignos de admirar la fachada principal, neoclásica y muy sobria, con su portada de piedra destacando elegantemente; otro elemento llamativo son las cúpulas alicatadas de azulejo, especialmente espectaculares al ser iluminadas por la noche. Contrastando con el exterior, el interior es mucho más recargado; los artesonados son de estilo mudéjar mientras que la mayoría de altares son barrocos; la capilla de la Virgen del Rosario guarda una imagen regalada por el rey Carlos V. El claustro, con su fuente octogonal, árboles y flores; la biblioteca, en la cual se guardan importantes documentos de la primera etapa colonial y la capilla del Rocío, conforman algunas de las dependencias más nobles.
La Compañía. La iglesia empezó a construirse en 1605, pero no se terminó hasta el año 1768. Permaneció clausurada entre 1767 y 1807 durante el tiempo en que la orden de los jesuitas estuvo expulsada del país. Está considerada como una de las edificaciones religiosas más interesantes de América. La fachada, de piedra volcánica, conjuga elementos del barroco español y del italiano; su estructura imita a la de la iglesia de Gesu en Roma, las seis columnas salomónicas que flanquean la entrada son una copia de las del baldaquino de Bernini en el Vaticano. Los mejores artistas de la Escuela Quiteña trabajaron en la decoración del interior. El color del oro, en siete tonalidades distintas, domina por completo toda la nave; los artesonados del techo son de estilo mudéjar, en una policromía de azules, rojos y oro. Los retablos y altares son barrocos y se hallan revestidos igualmente de pan de oro. Entre las obras de arte se encuentran las pinturas de los Profetas, obra de Goríbar; en el altar mayor las imágenes de San Francisco y San Ignacio, obra de Legarda; en el mismo altar se conservan los restos de Mariana de Jesús, la primera santa ecuatoriana.

San Francisco. Cuando Sebastián de Benalcázar hizo el trazado de la futura ciudad, ya dispuso un espacio para la inmensa estructura de la iglesia y convento franciscanos; la gran plaza y el zócalo que preceden a la fachada contribuyen a realzar el conjunto. La obra se empezó el año 1535 bajo las órdenes del misionero Jacobo Rocke, finalizándose en 1605; posteriormente ha sufrido varias reformas para paliar el devastador efecto de los terremotos. Al edificio se le conoce como «El Escorial de los Andes», debido a que la fachada es de estilo herreriano. En el interior todo refulge de pan de oro; techo al estilo mudéjar, columnas y altares se hallan completamente trabajados; numerosas imágenes se atribuyen al artista Caspicara. El altar mayor es de estilo barroco y lo preside la Virgen de Quito, curiosamente una Virgen alada. Los restantes altares son de diversos estilos, algunos de ellos eclécticos, donde se mezclan los estilos renacentista, barroco, neoclásico, mudéjar y en bastantes casos se aprecian rasgos de tradición aborigen, como es la repetida representación del sol, el «Inti» de los incas. La capilla de Cantuña, situada a la derecha del atrio, es la mejor decorada y se la denomina «Capilla Sixtina del Arte Quiteño». El altar mayor es obra de Legarda, la escultura de San Pedro de Alcántara es del maestro padre Carlos.

Otras iglesias dignas de ser visitadas salpican la ciudad, como también son merecedores de un detallado recorrido algunos edificios civiles, como la Casa de Sucre, el palacio de Gobierno, el teatro nacional Sucre o la Casa de Sebastián de Benalcázar. 

* Partes del texto extraídas del libro: RUMBO A ECUADOR Y GALÁPAGOS, de Toni Vives. Editorial Laertes.

martes, 8 de marzo de 2011

GUÍA DE CHINA – El Patrimonio Mundial de Unesco (III)

LOS TULOU DE FUJIAN


En la tercera entrega sobre el Patrimonio Mundial de China he querido mostraros uno de los lugares que más me sorprendió. Se trata de un conjunto formado por 46 edificios, situados a lo largo de 120 km, al sudoeste de la provincia costera de Fujian, y que quedó inscrito en la selecta lista de patrimonio el año 2008. 


   Entre campos de té, arrozales y plantaciones de tabaco se alzan, imponentes, los tulou. Los tulou son viviendas grupales, construidas entre los siglos XII y XX en las que se han primado criterios de defensa o autoprotección. Las viviendas son circulares o cuadradas, de una gran belleza, rodeadas por altos muros de adobe cerrados por tejados de teja oscura. Los de construcción redonda se parecen en cierta medida a una plaza de toros. Pueden llegar a tener hasta cinco niveles y albergar a 800 personas. Desde el exterior son accesibles por una sola puerta de entrada y casi todas las ventanas y balcones están abiertos hacia un espacio interior. En el primer nivel se encuentran las cocinas y comedores, los pisos altos están ocupados por habitaciones. En algunos casos el centro del patio está ocupado por un pequeño templo, en otras ocasiones el oratorio se sitúa en el último piso. Todas las casas siguen al pie de la letra las teorías del feng shui.


Cada tulou servía de vivienda a la totalidad de los miembros de un mismo clan del grupo étnico hakka. A cada unidad de tulou se le llamó “pequeño reino familiar”. Los mejores edificios se remontan a  construcciones de los siglos XVII y XVIII. Uno de los motivos por los que Unesco los ha elegido es por ser un ejemplo único de asentamiento humano en el que se conjuga la vida en comunidad y una función defensiva, en plena armonía con el entorno inmediato. Bastantes construcciones tulou están documentadas desde su creación y se tiene constancia de los nombres de los fundadores de los clanes desde el siglo XIII, dándose muchos casos en que la misma rama familiar habitó de forma continuada el mismo edificio desde su construcción hasta la actualidad.  


Los hakka, son un grupo de origen incierto, también conocido como «invitados» o «los      que vienen de fuera», tiene una larga historia y una rica tradición cultural. Algunas teorías atribuyen su procedencia a la zona central de China. Según parece se desplazaron progresivamente desde la actual provincia de Shanxi hacia las de Henan y Jiangxi. Más tarde se movieron hacia las provincias de Hubei, Hunan y Anhui. Posteriormente a las provincias de Fujian, Guangdong, Hainan y Taiwan. Otros supuestos consideran a los hakka como un subgrupo de los han. Hay teorías que les relacionan con Japón debido a ciertas similitudes culturales.

Los hakka eran agricultores y autosuficientes, pero con las guerras fueron desplazados. Su trayectoria queda en parte demostrada por los vestigios que restan de su cultura. Este carácter emigrante les ha valido el apodo de los «gitanos de China» o el de los «judíos de Oriente». El mejor testimonio de la cultura hakka es la casa o tulou.


Las mujeres hakka son conocidas por sus vestidos de color negro, pero también por su carácter y fuerte personalidad (nunca aceptaron la tradición Qing de vendarse los pies, pues no iba con su papel en la sociedad). Mientras los hombres se ocupaban de la defensa ellas realizaban el resto de tareas. Seguramente a esto se debe que reciban un trato igualitario al hombre, sean independientes y que participen en la toma de decisiones. El grupo valora mucho la educación y la tradición*.

* Extracto de la guía de viajes RUMBO A CHINA, de Josep Giró i Toni Vives, Editorial Laertes.


martes, 1 de marzo de 2011

GUÍA DE CERDEÑA: CARNAVALES (II) SA SARTIGLIA

En la población de Oristano, se celebra “Sa Sartiglia” una de las mejores manifestaciones del folclore mediterráneo. La fiesta tiene lugar cada año el domingo, lunes y martes de carnaval.  Participar de la “Sa Sartiglia” es adentrarse en una tradición con más de siete siglos a sus espaldas, cargada de sensaciones, a la magia de las coloridas máscaras y vestiduras de los jinetes, el sonido de los tambores, al nervio y la velocidad de los caballos.

El origen de la fiesta es muy antiguo, lo más probable es que fuese introducida en Occidente por los cruzados a finales del siglo XII, quienes habrían visto habilidades ecuestres parecidas a los jinetes árabes. En Oristano llegó de la mano de los conquistadores de la Corona de Aragón (el giudicato de Arboréa estuvo muy ligado a las casas nobles catalanas, incluso emparentados, aunque también se vieron enfrentados en batallas).

La palabra sartiglia -la estrella agujereada que deben ensartar los jinetes con sus espadas- deriva de sortilla, en catalán antiguo significa “anillo” y de un juego parecido llamado también en catalán sortija.

La fiesta empieza con la lectura del bando; frente al ayuntamiento, el heraldo montado a caballo y vestido a la antigua usanza lee el pergamino en el que se conmina a realizar unas justas al estilo aragonés. En el mismo lugar se coloca el velo a la chica que representa a Eleonora de Arboréa. Tanto ella como sus ayudantes van adornados con galas medievales.

Otro momento clave es la ceremonia de la vestizione del Su Componidori. Al Componidori o señor de la fiesta y elegido por los gremios de San Giuseppe y San Giovanni, se le viste con un velo y se cubre su rostro con una máscara andrógina; luce en la cabeza un sombrero de copa. Un pasacalle con gentes llegadas de toda la provincia, ataviadas con ropajes medievales y atuendos populares, precede a la desfilada de los grupos participantes en la Sartiglia.


Los caballeros, hombres o mujeres, recorren las calles en grupos de tres jinetes, con vestidos vistosos y la cara cubierta igualmente con máscaras. Antes de empezar la corsa alla stella -las carreras en que se debe ensartar la estrella-, se representa el Incrocio, ceremonia en la que el Componidori y su Segundu cruzan su espada tres veces debajo mismo de la stella (estrella agujereada suspendida de un hilo que atraviesa la calle). Los tambores y trompetas anuncian cada carrera. La stella se cuelga delante de la catedral, los jinetes, uno a uno y al galope intentan pasar su espada por el orificio de aquella.






Acabadas las justas tienen lugar las pariglias, práctica también muy antigua en el que los grupos de tres jinetes realizan ejercicios casi circenses sobre sus caballos. A galope tendido recorren una larga calle, a veces con dos jinetes pie sobre las sillas y el otro jinete haciendo la vertical, o formando una pirámide o bien otra coreografía distinta, siempre rayando el peligro que entraña la velocidad alcanzada por los corceles y la inestabilidad de las monturas.





Los festejos acaban con otra ceremonia la svestizione de Su Componidori, cuando se retiran la máscara y los velos que cubren al señor de la fiesta*.




* Extracto de la guía: RUMBO A CERDEÑA, de Toni Vives, Editorial Laertes.